Todos sabemos que los SSD tienen un tiempo de vida útil limitado que depende del número de ciclos de escritura y borrado de sus celdas de memoria, un dato que viene definido por el fabricante en forma de TBW. Sin embargo, cuando hablamos de un disco duro mecánico nunca se habla de su vida útil… ¿es esta infinita o está también limitada?
A diferencia de los discos duros mecánicos, cuyo funcionamiento se basa en platos giratorios y cabezales móviles, los SSD no tienen partes móviles y la información se almacena directamente en sus chips NAND. Estos chips tienen un tiempo de vida delimitado por el número de ciclos de escritura y borrado, por lo que llega un momento en el que éstos llegan a su límite y la unidad queda inutilizada. Sin embargo, nunca hemos escuchado nada similar en los discos duros… ¿es su durabilidad infinita?
Como hemos mencionado, el funcionamiento de un disco duro se basa en sus platos, los cuales giran a una velocidad bastante elevada que suele ser, generalmente, de 7.200 o de 5.900 revoluciones por minuto. Al mismo tiempo, tienen uno o más cabezales móviles que se van movimiento por la superficie de los platos para leer y escribir la información, motivo por el que un disco duro mecánico hace ruido y genera vibraciones en muchos casos.
El simple hecho de tener partes móviles ya significa que es imposible que un disco duro tenga un tiempo de vida infinito, dado que por muy bien que esté diseñado el dispositivo, se producen ciertos rozamientos tanto al girar los platos como al moverse el cabezal de lectura y escritura, y los rozamientos producen irremediablemente un desgaste que conlleva, antes o después, el fallo y la muerte de la unidad.
La diferencia con los SSD es que el desgaste de éstos es internamente en sus chips NAND de memoria, mientras que el desgaste en un disco duro se produce en los rodamientos y zonas de rozamiento. Sin embargo, si te preguntas si el número de escrituras y ciclos de borrado en los platos de un disco duro es infinito, la respuesta es que teóricamente sí que lo es; en este caso no se produce desgaste y los sectores de los platos de los discos son capaces de cambiar su estado (de crestas a valles, unos y ceros y vice versa) tantas veces como se quiera, no hay límite establecido.
A este respecto, mientras que los fabricantes de SSD indican sus TBW para indicar su tiempo de vida útil o su durabilidad, los fabricantes de discos duros lo que indican es el MTBF (Mean Time Between Failures) que refleja el tiempo medio entre averías; el MTBF en un disco duro se refiere al número de horas de encendido y no es sino una media estadística que generalmente no refleja ni de lejos la realidad, puesto que en un disco duro este valor suele ser de 1,2 millones de horas y desde luego nadie tiene un disco duro tanto tiempo y a todos nos ha fallado uno alguna vez.
Por este motivo es mucho más fiable el fijarse en otro valor llamado AFR (Annualized Failure Rate), que se expresa en un porcentaje y refleja la probabilidad de que el disco falle durante un año de uso 24×7. Este porcentaje suele ser bastante bajo (de menos del 1%) y sigue indicando una probabilidad y no un dato concreto como en los SSD, pero aun así sirve mejor para hacernos una idea del tiempo de vida útil que podemos esperar de cada disco duro.
En definitiva, el tiempo de vida útil de un disco duro está equiparado aproximadamente a los SSDs modernos, que ya pueden durar dependiendo del uso varias decenas de años. Puede ser más, puede ser menos, pero desde luego un disco duro tiene tiempo de vida y no es infinito.